
Cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir
Vivimos en un mundo donde el sufrimiento parece inevitable. A veces creemos que está afuera, en lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero ¿y si ese sufrimiento también estuviera profundamente ligado a la forma en que percibimos la realidad? En este artículo te mostraremos cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir, a través de una mirada que integra neurociencia, trauma y conciencia emocional.
El juicio de realidad: la raíz de nuestra percepción
En psicología, el “juicio de realidad” es la capacidad de distinguir entre lo que sucede dentro de nuestra mente y lo que ocurre en el mundo externo. Es una función compleja del cerebro que requiere desarrollo, maduración y cuidado desde la infancia. Cuando esta función está alterada —por trauma, estrés crónico o desregulación del sistema nervioso— comenzamos a vivir una realidad teñida por el dolor interno. Es ahí cuando necesitamos preguntarnos cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir.
Cómo se construye la realidad en el cerebro
Desde bebés, empezamos a construir una idea del mundo a partir de sensaciones corporales, vínculos tempranos y experiencias emocionales. La neurociencia nos muestra que esta construcción no es puramente racional, sino que nace del cuerpo: del tacto, la voz, la presencia o ausencia del otro. La realidad, por tanto, no es algo externo y fijo. Es una creación activa del sistema nervioso, una interpretación subjetiva moldeada por lo que vivimos.
El trauma distorsiona la realidad
Uno de los efectos más profundos del trauma es que altera esta construcción. Cuando hemos vivido experiencias dolorosas sin poder procesarlas emocionalmente, nuestro cerebro entra en un estado de alerta o de disociación. Eso hace que percibamos el mundo como más amenazante, confuso o sin sentido. Esta es una de las razones por las cuales muchas personas no pueden salir del sufrimiento, aunque su entorno haya cambiado. Aquí se abre la pregunta esencial: ¿cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir cuando la distorsión viene desde adentro?
Realidad gruesa vs realidad fina
Mariann Dávila nos habla de dos niveles de realidad: la gruesa y la fina. La realidad gruesa es lo que nos ocurre objetivamente: perdí un trabajo, terminé una relación, estoy en crisis. La realidad fina es lo que esa situación representa para mí: «no sirvo», «nunca me van a querer», «soy un fracaso». Mientras no trabajemos con esa realidad fina, el sufrimiento se perpetúa. Aprender a afinar nuestra percepción es clave para entender cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir.
El cuerpo como puerta de entrada
La curación somática y las terapias basadas en el cuerpo como PHP™ (Proceso de Sostener Puntos) han demostrado que el cuerpo guarda las memorias emocionales no procesadas. No basta con “pensar positivo” o “ver las cosas de otro modo”. Para transformar la realidad interna, necesitamos darle al cuerpo nuevas experiencias de seguridad, presencia y regulación. Esta es una vía concreta y efectiva para quien busca cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir sin necesidad de revivir el trauma.
Escuchar lo que el cuerpo dice
El sufrimiento a menudo aparece como una voz interna: “no valgo”, “no puedo”, “no merezco”. Pero esa voz tiene raíces más profundas. Muchas veces, viene de un cuerpo que vivió experiencias sin contención. Cuando aprendemos a escuchar nuestro cuerpo —su tensión, su dolor, su desconexión— podemos descubrir qué parte de nosotros quedó atrapada en una realidad antigua. Así comienza el proceso de cambio. Porque sí, se puede cambiar. Podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir, pero primero hay que escuchar.
Neurociencia y regulación emocional
La neurociencia aplicada al trauma nos enseña que ciertas áreas del cerebro (como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal) se ven afectadas por el estrés crónico y los eventos traumáticos. Esto afecta nuestra capacidad de juicio, de regulación emocional y de toma de decisiones. Una realidad desregulada es una realidad teñida por el miedo o el colapso. Por eso, una de las claves de cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir es aprender a regular nuestro sistema nervioso.
El sufrimiento no siempre es por lo que crees
Muchas veces sufrimos por pensamientos como: “no sirvo para esto”, “si fallo me van a rechazar”, “nadie me quiere realmente”. Pero al observar con más profundidad, podemos ver que esos pensamientos no son verdades absolutas. Son narrativas aprendidas, muchas veces ligadas a experiencias pasadas que aún no han sido elaboradas. Por eso es tan importante cuestionar nuestros pensamientos. Preguntarnos: ¿Esto que pienso es tan real? ¿O es una versión distorsionada de mi historia?
¿Qué hacer cuando el sufrimiento se vuelve abrumador?
Cuando sentimos que ya no podemos más, hay que parar. Escuchar. Respirar. Buscar apoyo. El sufrimiento intenso, sostenido en el tiempo, puede alterar profundamente nuestro juicio de realidad. Es aquí cuando necesitamos herramientas concretas: ejercicios de grounding, rastreo somático, respiración, acompañamiento terapéutico. Porque nadie debería cargar con una realidad insoportable sin tener recursos para transformarla. Y sí, hay caminos para aprender cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir, sin violencia interna ni exigencia.
El rol de la comunidad y el vínculo
El sentido de realidad también se construye en relación. Necesitamos de otros para que nos reflejen, para que nos contengan, para ayudarnos a vernos más allá del dolor. Muchas veces el sufrimiento se vuelve crónico porque vivimos aislados, desconectados emocionalmente. Por eso, al mejorar nuestros vínculos también estamos respondiendo a la pregunta: ¿cómo podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir?
El presente como refugio (y como desafío)
Estar en el aquí y ahora es más fácil decirlo que hacerlo. El presente duele cuando está teñido de memorias del pasado. Pero también es el único espacio donde podemos recuperar poder. La realidad no es solo lo que ocurrió. Es lo que elijo construir hoy con lo que tengo. Respirar, pausar, sentir, moverme, volver. Es en el presente donde podemos cambiar el rumbo. Es desde el presente que podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir.
Conclusión: la realidad es un proceso activo
No se trata de negar lo que dolió. Se trata de mirar con más claridad. De aprender a distinguir entre lo que fue y lo que sigue vivo en mi cuerpo como respuesta automática. De darle nuevas experiencias al sistema nervioso. De construir una realidad más amable, más coherente, más habitable. Porque sí, se puede. Podemos mejorar nuestra realidad y dejar de sufrir. Pero no desde la mente exigente, sino desde un proceso amoroso, somático y consciente.
¿Te interesó esta mirada? Sigue explorando el blog del Instituto de Neurociencias y te recomendamos leer:
https://www.institutoneurociencias.cl/actividades/articulos/