Desde hace un tiempo a esta parte dentro del ámbito del acompañamiento, existe el trabajo de acceder a la terapia psicológica en conjunto con recibir orientación en asesoría jurídica. Esto ha emergido como una necesidad relevante de la pareja que se separa con o sin hijos. Una serie de propuestas que integran la mediación o la terapia de pareja buscan poder llevar a cabo la separación co el menor daño posible para ambas partes y por otra parte reforzar la comprensión de saber los alcances de una separación en buenos términos en relación a los niños y a los recursos que están comprometidos por la unión. Llegar a la decisión de la separación muchas veces esta tan ligada al miedo a lo que sucederá, que preferimos quedarnos donde estamos, pasándolo muy mal, por no saber o no conocer que son los derechos y deberes con los que contamos en términos de acceder a una separación lo mas consensuada posible.

Existen muchas cosas que suceden para llevarnos a una separación, o a veces es algo que nos sucede de improviso. Pero siempre en uno de los lados se presenta un momento previo de darse cuenta de la necesidad del cambio, legitimarla y decir: me quiero separar. Y entonces nos preguntamos: como le decimos al otro que ya no queremos estar juntos? Como podemos se lo comunicamos a los hijos? Que es lo relevante en términos emocionales de salir lo menos dañado posible de la separación? Como apoyamos la sensación de duelo y vacío de la familia si uno de los padres se va?

El proceso de separación es una experiencia en la vida en que ponemos a prueba nuestro corazón, sobre todo ante la responsabilidad de los hijos, si los hay, o ante la sensación de perdida que nos provoca dejar al otro o que nos dejen. Además, a veces ya estamos preparados para este cambio o quiebre y a veces no, lo cual puede ser traumático, doloroso y ajeno a las expectativas que teníamos acerca de nuestra relación o familia. También vemos que una de las partes no quiere separarse y se niega a aceptar la ruptura, pero esta ya está presente en la relación hace mucho tiempo. A veces es más fácil quedarse en lo conocido, sin embargo aparece la ansiedad, la depresión, la anhedonia y la falta de sentido, si realmente sostenemos una situación que nos quita libertad para volver a retomar la vida.

Ante una eminente separación ya declarada, es necesario tomar un tiempo de integración de la situación, dar espacio para que la familia se reorganice a veces y es muy necesario colaborar mutuamente en buscar un dialogo de colaboración en relación a los niños, tomar distancia y calma dentro de lo posible, lo cual es difícil para ser sincera; el hecho de saber y poder ser escuchada, poder reforzar que “todo algún día se supera”, da la posibilidad de sostener una realidad futura más esperanzadora, por decirlo de alguna manera, ante todo el caos y el cambio que provoca la separación.

Por eso es tan relevante, buscar acabar todas las instancias previas de reencuentro o de reconciliación, agotar las conversaciones, de manera de poder llegar a una comprensión profunda por ambas partes de que hay algo que ya no es parte de la relación, que es la voluntad común de estar juntos, saber de las razones del porque ya esta relación no “hace bien”, para ambos y confrontar que se necesita un cambio necesario, que implica dejar de estar juntos.

Es muy diferente cuando la pareja ha madurado un proceso de separación, a cuando ha sido un giro imprevisto, que es ineludible y que te ves enfrentado a experimentar. Por lo tanto, es necesario buscar apoyo de familia, de los cercanos, de revisar si existe la posibilidad de ser acompañados por terapeuta, un profesional que pueda contener en los momentos más intensos a la familia o la pareja.

Ante todo, comprender que separarse, es un proceso que nos lleva a un duelo, a mirarnos en la construcción de realidad que hemos manifestado en conjunto donde somos 50 y 50 % ambos, responsables de procesos más profundos de ruptura, las invito a buscar en primera instancia, y en algunos casos responsabilidades y no culpas, ya que buscamos racionalizar y protegernos de la situación. Sin embargo, este mecanismo de defensa no es para todos por igual. A veces es demasiado doloroso ver lo que está sucediendo, unos nos apegamos a las emociones y otros nos separamos de las emociones y es posible que nos pongamos en forma intensa a trabajar, a comer, a fumar… se movilizan procesos inconscientes de situaciones que se suman, además. Por ejemplo, de una niñez difícil o de una dependencia no resuelta, de un miedo profundo a la soledad, que pueden no estar relacionados con lo que se sucede, pero si afectan aún más. Hay infinitas maneras de sentirse afectado, por lo tanto cada experiencia requiere comprensión según su dinámica.

Ante la experiencia de una pareja sin hijos, donde no hay niños en que sostienen el contacto, muchas veces la ruptura tiene que ver más con la perdida en sí, del vínculo, del amor, de la diada. También se afecta la pérdida del espacio común, de las cosas que se adquieren al estar juntos y es muy relevante ser capaz de ver la mejor solución para ambos.

En el caso con niños, necesitamos mucha claridad de poder ver como a pesar de la ruptura, podremos llevar a los niños a un ajuste que sea lo menos traumático posible, y que como se da en algunos casos, cuidemos de no poner sobre ellos situaciones que los “adultizan”, y se ven en la posición de siendo pequeños, recibir, llevar y traer comentarios, agresiones, mensajes que descalifican a uno de los padres. Esto generará en la vida del niño una ruptura aun mayor de sus vínculos de seguridad y además de perder el sentido de familia, por la partida de uno de los padres, además es posible que vivirá conflictos y dudas de ser amado, o de dejar de acercarse o de querer a uno de los padres, por no ser quien debería o por no faltar a la lealtad del más débil o afectado.

De menos a más, les podría comentar que podemos adelantarnos a la experiencia fomentando en nosotros mismos, factores protectores que nos permitan lidiar con este cambio y saber que lo normal:

  • Dentro de lo que cada persona trae como historia, la separación y el duelo toman tiempo, es un año o un año y medio de vivencia del proceso del duelo y se requiere saber si la separación nos lleva a vivir estados depresivos que no se puedan manejar. Por tanto, hay que considerar los efectos de la separación a nivel de los estados emocionales.

  • Buscar en lo posible espacios de contención, espacios de trabajo personal, de cierre y reflexión, de cómo poder sostener el cambio y reforzar que detrás de una separación hay responsabilidades compartidas, a veces situaciones familiares que complejizan a la pareja, como la enfermedad o las diferencias de la cultura familiar.

  • Busque rutinas que se cumplan y den cabida a la expresión de las emociones y sentimientos a los niños, para que ellos también elaboren su propio duelo.

  • Busque apoyo si siente que es demasiado para Ud, busque conversar de la experiencia con personas que le puedan escuchar y le den contención y esperanza de que todo va a pasar.

  • Busque apoyo legal si lo requiere, información de calidad e relación a los derechos y deberes para con la familia.

  • Busque nuevas redes de apoyo, nuevas amigas y amigos, nuevos panoramas que lo hagan abrirse a otras posibilidades de la vida.

  • Reorganice sus espacios, libere lo que le afecta negativamente y regale o devuelva lo que ya no quiere tener en su vida.

  • Si siente que el sueño esta alterado o que necesita un apoyo psicológico para ud y no puede acceder a este, escriba todo lo que le pasa, en un cuaderno hasta que sienta que ya no quiere escribir más. Créame, va a llegar un día en que la calma y la aceptación va a llegar.

  • Si hay violencia económica o familiar, denúnciela y conozca sus derechos. Acuerde horarios y límites claros de deberes y derechos de ambas partes y sobre todo busque un clima familiar de contención y de separación entre los problemas de la pareja, y las situaciones de los niños. Son dos situaciones que están ligadas, pero deben ser tratadas en forma muy cuidadosa.

  • Converse con sus niños, de contención y calma en lo posible. Si uno de los padres no apoya, busque apoyo en un hermano, tío, abuelo mientras es la etapa más crítica.

  • Si tiene rabia, pena o angustia que no logra contener, también busque apoyo terapéutico, para poder procesar estas emociones.

  • Salga de rutinas pasadas y de críticas persistentes. Busque retomar la calma y la perspectiva de que es lo que necesita para estar bien, pregúntese que necesita ahora en el presente y tome decisiones de ir hacia lo que la llama.

Aunque parezca difícil, las separaciones siempre son por algo profundo, y en muchas ocasiones son una decisión muy dolorosa y difícil, pero muy necesaria, si se ha perdido el amor, el respeto o la decisión de convivir juntos. Sobre todo, permítase entender que esto es un proceso y que el tiempo ayuda a superar los cambios. Permítase buscar nuevas cosas que le motiven y le hagan sentirse renovado, permítase cambiar de ropa, de peinado, de estilo de vida.

Reflexione que aprendió de esa experiencia y que es bueno sanar y liberar para poder ser una persona que supera y sigue adelante. Si puede mirar el proceso y aprender de el, mejorara su vida, sus relaciones futuras y sobre todo, solo hágase cargo de su 50%, el resto será el otro que tenga que resolver su parte. Todos tenemos diferentes rumbos, tiempos y ritmos… el ser humano está siempre en cambio y transformación. Confíe en el orden perfecto y agradezca lo que ya fue. Despídase de lo que acabo y respire un tiempo, hasta retomar un nuevo proceso.

SIEMPRE ES POSIBLE COMENZAR NUEVOS PROCESOS VITALES…. CONFIE EN LA ABUNDANDIA DE LA VIDA.

Mariann Dàvila C
Psicologa
www.institutoneurociencias.cl