Aún estamos en un proceso extraordinario de cambios en la forma en que hoy atendemos a los cambios de la conducta humana. Si bien es cierto, que existe mucho la posibilidad de “entrenar” el aprendizaje, se requiere sin duda, una base neurofisiológica apropiada, con un sistema nervioso resiliente y activo.

Dada la estructura neurológica que poseemos a nivel autonómico, podemos también apelar a la autorregulación, lo cual es posible, en la medida que vamos aprendiendo a conocer el lenguaje de nuestro cuerpo, emociones y sensaciones.

La Felicidad también está relacionada con este sistema “dinámico en equilibrio”, que requiere además de hormonas y neurotransmisores, que responden al sistema “interpretando”, las sensaciones y llevando a éstas a emociones, sentimientos, pensamientos y conductas.

“Un ser humano feliz, cumple con una serie de estados neurofisiológicos, que se pueden potenciar también, por eso es que en algunas personas, por ejemplo, el poder hacer ejercicio, danzar o activarse, mejora su estado emocional y al mismo tiempo nivela las desarmonías existentes a nivel interno. Se siente bienestar, cuando se come algo rico, cuando necesitamos “algo dulce” o cuando queremos “dormir 5 minutos más”. En un punto exacto el placer y las sensaciones se integran en un todo “plácido”, que hemos denominado: bienestar, felicidad, relajación, paz, etc.”

Cada sistema nervioso tiene sus propios códigos y se expresa según su tendencia. Algunos somos de respuestas Simpáticas (hacia la actividad y el movimiento) y otros somos de respuestas parasimpáticas (necesitamos descanso y relax) sabiendo bien como acceder a crear estados de resiliencia neural, nos acercaremos a esta sensación grata de habitar un cuerpo, que es capaz de recuperarse del cansancio y que repara el desgaste.

Por otra parte las conductas que son reflejas o adaptativas, seguirán siendo “autonómicas y automáticas”, relacionadas con nuestro cerebro primario y sus funciones vitales, como respirar, ritmo cardíaco, etc. Sin embargo, las conductas que emitimos estarán también relacionadas con la manera que tenemos de observar nuestra realidad y de cómo la interpretamos. Algunos somos “pesimistas”…. Creemos que lo malo se multiplica y que es inmanejable… lo nuestro es el infortunio, a pesar de ser lo mejor que podemos, algo nos dice que este mundo es cruel, que la vida está por acabarse en el planeta y de que tenemos mala suerte…. Y bueno, Quien soy yo para decir que no son así las cosas!? Y, como estamos en este mundo de polaridades, tenemos a los Optimistas acérrimos, que no pierden oportunidad para ver la vida desde la positividad: todo fluye, es fácil y está puesto en sí mismo. Hay confianza acerca de un mañana desconocido y en verdad no hay de qué ocuparse…Y, pues bien!! Se dice, desde la Psicología Positiva, que ser Optimista y Pesimista… se aprende!!! Nacemos con el supuesto que somos naturalmente neutros, y que en la educación de la familia y el medio, recibiremos las respuestas que conformarán nuestra mente y respuestas Optimistas o Pesimistas.

¿Qué dicen las investigaciones?

Un optimista tiene mejor autoestima, rendimiento, confianza en sí mismo y en la vida. Puede enfrentar los desafíos con más recursos internos y su potencial se desarrolla en forma más completa. (Los Optimistas, también tienen momentos de pesimismo, sin embargo, responden a la premisa, de que aún sea lo peor, pasará…)

Un Pesimista, no confía, se siente en “la indefensión aprendida” (no puede cambiar lo negativo, porque siempre será así….esto proviene de etapas muy tempranas del aprendizaje que marcan al niño) y esto indica en sí, que no puede hacer frente a las situaciones, porque ellas son insostenibles y se retira de los procesos, muchas veces cayendo en la depresión o la apatía. Son personas con un desarrollo que muchas veces es incompleto y hay poca motivación.

Con estos ejemplos, quiero indicar que sí existe una relación de sistema nervioso, funciones de adaptación, plasticidad neural y de conductas, todas funcionando como un “todo”, en un equilibrio dinámico. A mayor capacidad de oscilar en forma moderada, tendemos a responder en forma más equilibrada. Esto lo podemos observar, cuando estamos relajados y nos sucede algo, no lo tomamos “tan mal”, ni sobrepasamos una respuesta normal de alerta.

Por lo tanto, la neuroplasticidad si tendría también relación como nuestro desarrollo se amplía y se incrementa, de forma en que se abren nuevas capacidades.

Te invitamos a conocer más de ti, de tu potencial y de tu capacidad de crear nuevos procesos, cambiando el estilo de atribución, pudiendo paso a paso, hacer de tu vida, una vida más completa, con desafíos que sean posible trascender y experimentando más confianza en tus habilidades. A cambiar el modelo familiar pesimista y a dar un paso al optimismo saludable.

Mariann Dávila