Los problemas de pareja como ya sabemos, son muy comunes y se originan por los más diversos motivos. Hoy en día, el estrés, el exceso de trabajo, las dificultades económicas, la falta de tiempo de ocio y diversión, las exigencias sociales y familiares, el cuidado de los hijos e hijas, la búsqueda del éxito, la infidelidad, la falta de comunicación, el mal sexo, entre otros tantos lamentables síntomas, dan el sazón agrio a la vida de muchas personas. Estas situaciones hacen que individuos vivan sumidos en sentimientos negativos y autodestructivos, que se repiten una y otra vez, sin encontrar una vía de escape que les permita ser un poco o de lleno más felices ( ya hablaremos de la felicidad en otro de mis artículos).

Es fácil escuchar hoy a las personas, decir cosas tales como; “los problemas son necesarios… nos permiten aprender… nos hacen más fuertes…nos permiten madurar”, y de cierta forma, esta sabiduría popular, que se origina desde la experiencia, tiene mucho sentido, sin embargo lo importante de aquello, está en hacernos algunas preguntas claves, que nos den mayor profundidad:

¿Sé cuáles son mis propios conflictos y limitaciones?… ¿He aprendido a resolver mis conflictos?… ¿Estoy haciendo victima a mi pareja de los problemas que no he podido resolver,  delegando mi responsabilidad)?… ¿Qué aporto yo a estos conflictos y por ende cuál es mi responsabilidad en ellos? ¿Estoy realmente aprendiendo a ser una mejor pareja?.

La verdad sea dicha, en el contexto de nuestra cultura achilenada a su manera, nos han enseñado y hemos aprendido desde pequeños a evitar los conflictos, a no aprender de ellos, a no responsabilizarnos de aquello que nos toca asumir. Esto último, ya que  muchas veces ni siquiera sabemos qué es y otras tantas gracias a nuestros miedos y el poco valor que tenemos para enfrentar la vida y a nosotros mismos. Por lo tanto, la tarea es aún más desafiante y enriquecedora.

Qué pasa con aquellos problemas que están enraizados en la relación y que están a punto de llevarnos al precipicio. Por qué llegamos al mismo punto una y otra vez, desgastándonos al punto de tirar la toalla, y terminando nuestras relaciones, generalmente de forma más dolorosa e hiriente posible… ¿Por qué es tan fácil hacer de una historia de amor, el mejor libreto de un drama?

Es verdad que los problemas desde un punto de vista positivo, nos permiten aprender, crecer y evolucionar, pero para que ello suceda, se debe contar con cualidades personales que nos hagan resilientes, es decir, haciendo de algo que podría haber sido catastrófico, algo positivo. Con esto me refiero a tener la capacidad  de mirarte a ti mismo y saber quién eres…qué lugar ocupas en tu vida y en tu relación, a esto le podríamos llamar consciencia de ti mismo. Ya que de  no tener esta claridad, es imposible dentro de esta nebulosa, mirar y comprender al otro, y más aún, asumir la parte que a ti te toca. Cuando esto no se encuentra en nosotros, la más mínima discusión se transforma en una guerra campal, en donde sólo hay víctimas y un amor un poco mas corroído. Es fácil identificar cuando esto está sucediendo, ya que suelen aparecer problemas recurrentes y por el mismo motivo o por una derivación del mismo, en donde le decimos al otro cosas como; “tú no me escuchas… tú no me entiendes… tú te complicas por todo, tú siempre con el mismo tema, tú no cambias, tú eres $%%&%%&”

Esto no sólo es un problema en la comunicación, a lo cual también nos referiremos en otro artículo, sino a esa falta de conciencia de ti mismo  y ser capaz de decir ya no un tú, tú, tú, tú, sino un YO claro y profundo, para saber que estoy haciendo o dejando de hacer YO, para que este conflicto no cambie, se mantenga y incluso aumente. Sólo tú tienes el poder de cambiar el rumbo al precipicio, por uno camino donde a pesar de las diferencias, seas capaz de sobreponer el amor, asumiendo parte de la responsabilidad que te toca, en cada una de las cosas que formen parte de tu vida y tu relación, e incluso así ayudarás también al otro a crecer contigo.

Mucha sabiduría en este hermoso proyecto de pareja y recuerda, tú escribes tu propia historia.

Ps. Alex Silva E.

Instituto de Neurociencias para la Felicidad

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